En la localidad se encuentran los famosos molinos contra los que luchó Don Quijote y que Cervantes inmortalizó en el capítulo VIII de su universal novela. Los molinos de Campo de Criptana se pueden considerar, por tanto, como la principal seña de identidad de La Mancha, así como una de las imágenes que mejor identifican a España en el mundo. De los molinos como los que hizo aparecer Cervantes en El Quijote, actualmente es posible encontrar diez, de los cuales tres son originales del siglo XVI: Molino Burleta, Molino Infanto y Molino Sardinero